Hijos míos, todos los seres de la creación tienen necesidad de alimentos para vivir: a este fin, Dios hace crecer los árboles y las plantas; es una mesa muy bien servida a la cual acuden todos los animales en busca de alimento apropiado. Mas es necesario que el alma se nutra. ¿Dónde está su alimento?... Hijos míos, cuando Dios quiso dar alimento a nuestra alma para sostenerla en su peregrinación por este mundo, paseó su mirada por las cosas criadas y no encontró nada digno de ella. Entonces se concentró en sí mismo y resolvió entregarse... El alma no puede alimentarse sino de Dios. Sólo Dios puede bastarle. Sólo Dios puede llenarle. Fuera de Dios nada hay que pueda saciar su hambre.
Trochu, Francis. (1988). El Cura de Ars. Madrid: Ediciones Palabra. p.394